Sin darme cuenta fui adentrándome en la boca del lobo, en aquel callejón sin salida que a la larga no hacía más que lastimarme, al inicio pude resistir, es más el dolor era imperceptible, pero a medida de que iba pasando el tiempo sentía que algo andaba mal, realmente mal.

No sabía como reaccionar en ese entonces y mucho menos ahora, sin ganas de perjudicar a nadie con alguna acción que pueda realizar sin tener completo control de mi mismo y parece que permanezco así hasta ahora.

Tratando de encontrar una solución quise meter en un agujero todo aquello que representaba algo malo y de esa manera no dañar a nadie, sentía que mi ira cada vez se hacia más fuerte e incontrolable.

Pasaron meses desde el ultimo incidente en aquella fabrica, en el cual acabé con la vida de dos hombre.

Sin poder hablar simplemente me siento en la banqueta a pensar en el por qué de mis acciones, que es lo que me impulsa a hacer cosas malas, no lo sé.

Me resulta perturbador el efecto placebo que provoca en mi el llanto de mis victimas.

Mis vecinos solo se hacen de la vista gorda cada vez que oyen ruidos dentro de mi casa, porque en el fondo saben que si se meten conmigo les irá muy mal.

Pedro, aun lo recuerdo, aquel joven estudiante de medicina que hací sus practicas cerca al departamento dondde antes vivía, un muy buen chico.

Sara, no la he olvidado, tan tierna y encantadora, un tanto limitada, pero con una piel muy suave y de buen olor.

Es imposible olvidar a estos dos ya que además de ser hermanos contaban con una mirada muy extraña, como si te abrieran las puertas a un lugar triste donde predomina la oscuridad. Por fuera se veían llenos de alegría y eso me perturbaba, porque sus ojos manifestaban cosas muy distintas.

Me trabo un poco al escribir cada vez que recuerdo sus ojos, Sara estudiaba administración pero solo porque su hermano la obligaba, constantemente veía desde mi ventana como bajaba al callejón a drogarse con los muchachos de mal vivir de la cuadra.

Pedro era un caso muy diferente, el pasante paraba de conferencia en conferencia, era muy aplicado pero cada vez que volvía a casa le propinaba una golpiza severa a su hermana, me llenaba de rabia.

No sentía mas que una leve preocupación con respecto al futuro médico, mas la que me consternaba era Sara, no sé como explicar exactamente lo que sentía cada vez que la veía, pero supongo que todos ustedes lo conocen como amor.

A pesar de ser unos amargados sé que ustedes, oficiales, tienen familias a quienes respetan y aman. Tal vez era lo mismo que sentía por Sara, lastima que ya no esté conmigo.

Hubo una temporada en la que nos frecuentábamos, ya que ella quería aprender jardinería y venía de cuando en cuando al vivero que tengo detrás de mi casa, charlábamos horas, perdíamos la noción del tiempo.

Su hermano nunca se enteró de lo que pasó entre nosotros, Sara y yo nos estábamos enamorados, todo parecía mágico y perfecto hasta que un día perdí el control. Estábamos discutiendo por un cultivo que había perecido y no quería aceptar la culpa, siempre era yo el que se responsabilizaba por sus actos, pero ya me había colmado la paciencia.

La mente se me nublo completamente esa noche y con el cordón que estaba utilizando para sujetar el tallo de una planta debil traté de estrangularla, pero me empujó y caí tendido sobre las rosas, llorando me miraba asustada y sin pensarlo se lanzó a abrazarme, pero en lugar de corresponderle solo le clavé las tijeras en la espalda, me levanté, la sujeté bien de las manos y le volví a encarnar las tijeras una y otra vez, mientras escuchaba sus gritos desgarradores de dolor, le dí la vuelta la besé y le dije, «esto es tu culpa» , me ausenté un par de minutos, fui al sótano mientras ella yacía amarrada en el jardín trasero, tomé el ácido que utilizaba para limpiar ciertas herramientas que tenía y volví a la escena.

Se preguntarán que estaría haciendo Pedro en ese momento, pues se encontraba con una enfermera de turno dentro del nosocomio intimando, lo sé porque el me lo contó días después, antes de que me encargara de él.

Sara desangrándose sobre las rosas me pidió perdón pero para cuando lo hizo no llegué a entender lo que decía porque le vertí el ácido en la cara y su balbuceo solo me aterraba más.

¿Creo que con eso es más que suficiente para demostrar mi culpabilidad verdad oficiales?

Muy bien, antes de que se acabe todo solo quiero pedir que le den de comer a mi perrito que se ha quedado solo en el sótano, gracias.

Luego de ejecutar a Ivan los efectivos policiales registraron su vivienda y en el sótano encontraron la cabeza y restos de Pedro dentro de una jaula con Toddy, el perro del asesino.

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