Caminaba por la alameda de noche, batallando contra el frío que entraba por mis pies descalzos. Lloraba en silencio porque no era de expresar mis sentimientos.

Habían pasado 7 años desde aquel primer encuentro y trataba de recordar cómo fue que me atreví a hacerlo, ni siquiera te conocía pero ahí estaba a tu lado siendo tu único apoyo verdadero.

Le di la espalda a muchas cosas, parte de mi futuro se vio afectado, yo lo sabía y no me importaba nada más que tu y yo. Recuerdo como sonreías y me derretía como hielo en el sol, incluso en días lluviosos.

Fuiste una de las pocas personas que entendió mi condición, aquellas drogas fuertes que debía tomar para poder llevar una vida mas o menos normal, me desacreditaba en muchos aspectos pero a ti no te importaba.

Tu también tenías problemas, defectos, mas tus virtudes superaban todas tus falencias. La verdad es que estaba enamorándome de ti y no me importaba.

Recuerdo que nos sentábamos juntos las tardes de invierno a tomar el té, el de jazmines era tu favorito y era toda una odisea encontrarlo, nos conformábamos con té de limón. Fue así como, tomar el té, se volvió nuestra actividad favorita del día.

Escuchabas música muy rara, pero no te culpo, yo escuchaba sólo canciones en francés y solo yo las entendía, pero aún así estabas ahí acompañándome.

Siempre fuiste una mujer muy buena conmigo, me dabas cariño a tu manera, quisiera que te hubieras quedado conmigo hasta el final.

Mi leucemia avanzaba y tu ya no eras la misma, aunque nunca tuviste grandes muestras de afecto hacia mi, ahora con las justas y me dirigías la palabra, andabas desconectada del mundo real y vivías en tus fantasías, hasta que un día me cansé y comencé a tratarte como una desconocida, ya no me sentía bien.

Una mañana de otoño me dijiste que ya no te sentías cómoda con todo esto y pues yo acepté lo que me tocó en ese momento. Hiciste tus maletas y te fuiste, las ultimas palabras que salieron de tu boca ese día fueron: «Cuídate mucho, no puedo más, me esperan en el templo budista».

Creí que se trataba de un amante o algún tipo de aventura, pero no. Solo fue una excusa para abandonarme y librarte de la carga que representaba para ti una relación. ¿Quién quería estar con un enfermo de leucemia? Nadie.

Continué mi tratamiento solo, esperando mejorar en algún momento, pero, siéndote sincero, yo ya no quería continuar. Me senté frente a la ventana de mi habitación en el hospital, solo durante varias horas tratando de entender muchas cosas. Te extrañaba mucho y quería abrazarte con todas mis fuerzas aunque eso a ti nunca te gustó.

Anocheció y yo no podía dejar de pensar en ti y en tu partida, por más que lo intentaba no cerraba la herida. Salí corriendo del hospital y llegué a la avenida, quería ir a verte pero no quise agarrarte desprevenida.

Fuera del nosocomio me pude percatar que andaba descalzo y el frío no perdonaba mi presencia, entonces me abordó una joven dama quien me ayudó a llegar a casa. Le di las llaves con temor de que estés ahí y me reclamaras por la presencia de una desconocida, pero para mi buena suerte no estabas.

Aquella mujer que me ayudó esa noche me despertó con el desayuno en la cama. Esa mujer era mi hermana, en mi delirio no la reconocí pero me alegré mucho al verla.

Con apoyo de mi familia que siempre estuvo presente pero en mi necedad no quise escuchar, pude recuperarme y seguir con mi vida. Una vida plena y sin ti.

Me contaron que te casaste, y te fuiste a vivir a la India, pero regresaste en mal estado y sola. Tu matrimonio no había funcionado y aquí no tenías a nadie. A penas me enteré de eso pensé en ayudarte por que a pesar de todo te amé en su momento y me diste alegrías. Mas de inmediato la triste noticia me hizo escribirte esta carta y dártela aquí, en el mar, en donde fueron esparcidos tus restos. Luchaste mucho en la vida, soy testigo de ello, pero todo terminó, cuando el cáncer te venció.

A pesar de todo, sí, todo. Siempre tendré un bonito recuerdo de ti y jamás olvidaré aquellas tardes en las que nos sentábamos a tomar una taza de té.

6 comentarios en «La taza de té»

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