Una vez más me amanecí escuchando aquella canción, la misma que selló nuestro casamiento. El día que nuestros verdaderos amigos celebraban nuestra unión en medio de la batahola, divirtiéndose como bien lo sabían hacer.
Recuerdo cada tarde que llegaba del trabajo a casa y te esperaba tan jocundo a que llegaras de la pastelería. La comida siempre lista, la casa limpia y un filme preseleccionado para recibir la noche juntos recostados en aquel bello sofá regalo de tu madre por nuestro 2 años de casados. Esos pequeños detalles que te hacían feliz, y si tu lo estabas, pues yo también.
Hace un par de días entré al depósito para limpiar y ordenar un poco y me topé con tu caja, sí, tu adorada caja forrada de turquesa donde guardabas objetos significativos de tu vida. Encontré una foto mía que al parecer me la tomaste sin que me diera cuenta.
Me tomé unos minutos para tomarme un café mientras revisaba el interior de aquella caja y con cada objeto que salía, sentía que volvía a vivir esos momentos tan lindos que pasamos juntos. Ya era tarde y no me había percatado que en la sala estaba nuestra pequeña jugando con los barquitos que le habías regalado por su quinto cumpleaños.
Es gracioso como ella te recuerda ¿sabes? me hubiera gustado que estés aquí compartiendo con ella y no haberle mentido de esa forma, ella no lo merecía pero una vez más no quise interponerme en lo que verdaderamente querías. Se parece tanto a ti.
La pequeña Lucia ya está por cumplir 6 años y no sabes la falta que nos haces aquí en casa, temo pensar que cuando me vaya quede desamparada. La amo infinitamente y tan solo la triste idea de saber que puede quedarse sola me parte el corazón y debilita mi alma.
Martta, sé que piensas que jamás te perdonaría el haber abandonado a tu hija, y sé muy bien que mis ruegos fueron en vano. Pero ahora sí necesito que vuelvas, no por mí sino por aquella personita que te convirtió en madre. Sé que la quieres.
Mi cuerpo ya no resiste, cada vez es peor y el tratamiento no está funcionando, por todo el amor que te di y por todo el amor que te queda por nuestra pequeña, vuelve. Querer es poder, el dinero se hace, puedes rehacer tu vida, empezar de nuevo, ¿Qué necesidad de depender de alguien para tener una vida acomodada?
Tal vez tener una familia no estaba en tus planes pero la tienes, ¿seguirás soportando el maltrato con tal de seguir viviendo una vida de lujo mientras tu hija se queda sin padre? Martta Esteffania reacciona, te lo suplico, soy un hombre solo al borde de la muerte, no abandones a nuestra niña.
Solo dejaré esta carta y volveré mañana. Ábreme la puerta, que tu hija te extraña.
Atte: Cristiano Felipe.
Cristiano Roman falleció horas después de haber escrito la carta. Martta nunca llegó a leerla, murió estrangulada por su pareja quien quedó libre por sobornar al juez. La carta, fue leída por Lucia Roman, hija de Cristiano, un año después del fallecimiento de su padre. Lucia nunca se enteró que su abuela materna vivía, con una tía que tampoco llegó a conocer.